domingo, 27 de julio de 2008

Joven y moderna re-visión de un clásico de Shakespeare


“¡Adiós, adiós, acuérdate de mí!” Esta frase destinada al joven Hamlet y pronunciada por su padre muerto, es repetida a gritos por Hamlet, Juan Diego Botto, primero, con amor hacia la figura paterna, figura de líder y maestro y, más tarde, con ira hacia su tío Claudio, José Coronado, el asesino de su padre. La aparición desde “el más allá” del padre se muestra proyectada sobre una tela porosa blanca. Tela que dará un gran juego posterior, ya que aparecerá como objeto en distintas escenas. Este instrumento de juego, será uno de los pocos elementos que se encuentren en escena. Durante toda la obra, son los personajes los que hablan y hacen al espectador moverse fuera y dentro del palacio, por distintos exteriores y numerosas estancias. El escenario desnudo, logran llenarlo los actores con credibilidad y sufrimiento. Este joven Hamlet que pretende llegar al público de una manera tan directa, tan perpendicular, dirige unas frases hacia el espectador que rezan más o menos así, “Si pudiera expresar mi dolor mis gritos romperían los tímpanos de los espectadores y mis llantos cubrirían el teatro de lágrimas”. Si cualquier persona que pierde a un ser querido pudiera expulsar por completo su dolor también lo haría con esa fuerza que el joven Hamlet prometía al público, público del pasado sábado en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, formado por algo más de 400 personas, casi un lleno del teatro santacrucero.
Esos espectadores han podido re-descubrir, este fin de semana, a un Hamlet más cercano, a un príncipe más humano. Las lágrimas afloran en el rostro de un Juan Diego Botto más mayor de lo que él esperaba para enfrentarse a esta obra de Shakespeare.
El director de la obra, Juan Diego Botto, pretende iluminar los sentimientos de los personajes, su objetivo tan sencillo y claro se muestra a priori complejo de alcanzar ya que intenta conseguir que el espectador-medio, que ha conocido a numerosos Hamlet, se estremezca al ir visualizando los hechos que se suceden. Puede darse por satisfecho de que está cumpliendo su objetivo, no todos los cuerpos de los espectadores vibrarán al unísono pero una gran mayoría lo irá percibiendo a lo largo de los 90 minutos en los que transcurre la obra. El dolor de Hamlet, encarnado por Juan Diego Botto, papel que intercalará con su primo Alejandro Botto a lo largo de la gira, se muestra visceral y miserable, sucio e irónico. El rostro de Juan Diego se va moldeando al mismo tiempo que muestra la ira en sus palabras. Es el Hamlet más sincero, más fiel al dolor que habita en su interior por la crueldad de los hechos que le toca vivir. Por supuesto el actor y director de la obra no es el único en expresar casi a la perfección –todo es mejorable- los sentimientos de su personaje, corta la respiración la actriz Marta Etura, que encarna a Ofelia, no podemos olvidar a la reina, preocupada por el dolor de su hijo, encarnada por Nieve de Medina, ni a Claudio, con un José Coronado que muestra la altivez y la absoluta falta de conciencia tras el asesinato, ni a Laertes, Juan Carlos Vellido, quién muestra su absoluta ira por la causada muerte de un padre y una hermana … En fin, todos merecieron los acalorados aplausos de un público que lograron poner de pie. Y los que les quedan a lo largo de la gira.


--Me ha gustado observar desde la quietud de mi butaca la vorágine de esta obra que ha conseguido estremecerme por su cercanía y sinceridad. --