miércoles, 27 de agosto de 2008

Catarsis


Nunca había visto una luz con tanta fuerza en su vida, esos rayos rojizos le caían encima con una brutalidad pasmosa. En esos momentos deseaba tener unas oscuras gafas de sol, pero, ¡a quién iba a engañar!, odiaba esos cristales para esconderse del mundo. El paisaje ya era lo bastante oscuro para resguardarse. Poco a poco, las montañas se fueron comiendo esa luz inagotable. Sabía que al día siguiente volvería con la misma crudeza. Durante una semana aguantó ese sol-propio de otro continente- y su piel comenzó a volverse más fuerte y más dura como el paisaje que pisaba. Esa extensión de ríos de lava ennegrecida se fue comiendo todo lo oscuro de su ser.

martes, 26 de agosto de 2008

El regalo

Le regaló una pluma. Una de esas plumas clásicas que para que escupan letras sobre un papel necesitas un tintero a tu lado. Era ligera y de fácil manejo. Ella, aún no ha podido abrir el bote del líquido añil. Quiso que lo abrieran juntos y que esas primeras pulsaciones de la pluma surgieran de su mano fuerte y experimentada. Él no quiso, pensaba que ella le daría un uso más profesional e intelectual. Por su parte, ella había olvidado cómo se encadenaban las palabras sobre el papel. Ahora no podrán hacerlo juntos. Él ya no está, y ella piensa que sin él no podrá abrir ese bote, ya que cuando la tinta entre en contacto con el aire de su cuarto se verá obligada a dibujar letras sin parar. Tal vez piensa que pronto se acabará la tinta y lo olvidará.