Siempre me encantaron las ferias del libro, cuando el libro está en la calle y la ciudad se vuelve una fiesta. Puestos ya en estos gustos, qué mejor que la ciudad condal para disfrutar este día, 23 de abril-día del libro-: "la diada de Sant Jordi". Ya Jorge -guerrero con princesa incluída- tenía su día, y yo una de las millones de rosas en un jarrón improvisado.
Tras el paseo de rigor por La Rambla, de puesto en puesto de libros, quería llevarme un ejemplar a casa, entre tantos cuál elegir. Numerosos escritores famosos firmaban sus últimas creaciones literarias a aquellos que esperaban en las numerosas colas para conseguir una dedicatoria.
Un hombre con barba tenía su puestito de libros de poesía, editados por él mismo. Ya sabía qué libro llevarme a casa. Lo entrañable se mezclaba en versos de poesía y nacía la magia. "Versos rotos" de Eradio Gonzalvárez de Argayo se vino conmigo.
Tras el paseo de rigor por La Rambla, de puesto en puesto de libros, quería llevarme un ejemplar a casa, entre tantos cuál elegir. Numerosos escritores famosos firmaban sus últimas creaciones literarias a aquellos que esperaban en las numerosas colas para conseguir una dedicatoria.
Un hombre con barba tenía su puestito de libros de poesía, editados por él mismo. Ya sabía qué libro llevarme a casa. Lo entrañable se mezclaba en versos de poesía y nacía la magia. "Versos rotos" de Eradio Gonzalvárez de Argayo se vino conmigo.
Versos rotos
apolillados en papeles viejos
cubiertos de polvo
dormidos en la niebla
que esperáis el soplo divino
que os dé vida
(Versos mutilados que sufren
que sangran
y se desangran en papeles
amarillentos y borrosos,
borrosos y amarillentos.)
...¿Para qué queréis nacer
para qué brillar a la luz del día,
deformes, sin título, inacabados?
(Versos sin sentido
esperan rotos
entre borrones y tachaduras,
odiados y amados en silencio
levantar sus párpados muertos,
brotar a la vida...)
