miércoles, 24 de septiembre de 2008

Albert Plà, re-marcando La Diferencia

Ya tenía al público ganado antes de subir al escenario. Igual no lo sabía, pero se fue dando cuenta con lo rápido que se lo fue metiendo en el bolsillo. Anoche el Teatro Leal se llenó de luces, y nunca mejor dicho, porque el espectáculo que Albert Plà desarrolló en unos 90 minutos en total, bises incluidos, jugaba con luces y su voz, además de los juegos que creaba él mismo. Aplausos y risas del público iban remarcando las frases de las canciones. Políticamente incorrecto, sabe conseguir la risa a través de la crítica, con canciones sobre problemas sociales como el maltrato, así como canciones de amor, hasta la destrucción de Estados Unidos. La actuación de anoche marcó el inicio de la gira del espectáculo La Diferencia, en el que entremezcla teatro y música de una manera muy natural. “Y cuál es la diferencia entre ser tú o ser yo, en ser el principio o en llegar al fin, en ser infeliz o en ser muy feliz, entre decir no, no, no, o en decir sí, sí, sí, y cuál es la diferencia entre ser de aquí, o entre ser de allí, entre el blanco y el negro está siempre el gris(…)”
La ironía, las críticas a la sociedad y su personalidad hacen que este hombre espectáculo siga sin cansar al público, tras veinte años sobre los escenarios. Esta vez preparó un equipo de luces con el que además de manejar las luces del teatro iba creando las atmósferas para las distintas canciones, así como dándole el ritmo musical que en algunos momentos falla en su voz. Pero Albert Plà, nacido en Sabadell en 1966, no es música, es espectáculo en sí mismo, y creación desnuda. Su voz infantil canta la polémica en una amalgama de disparatadas escenas en las que se vislumbran críticas a la sociedad en la que vivimos, siempre desde un prisma irónico. Una de las canciones con la que el público lagunero, que llenó casi por completo el aforo (608 butacas), disfrutó fue con Corazón en la que explica esa sensación de vacío, no de tristeza ni melancolía, sino de vacío, como si te faltara el corazón: “desperté de un sobresalto con el angustioso sentimiento que tenía el cuerpo hueco, yo tenía un boquete en el esternón, metí la mano dentro de mi pecho y descubrí con gran horror, que sí… que no, que es que yo no, que yo no tenía corazón, que es que no veis que no, que yo no tenía corazón, y andando, andando, se desplazan los humanos, pero los corazones se desplazan, palpitando ,palpitando, palpitando” .El público terminó de palpitar con los viejos temas como Lola, y El bar de la esquina.

“Diferencia” también hubo entre el espacio antiguo y el espectáculo transgresor. Este tipo de unión pega muy bien, esperemos que se lo tomen en serio y la agenda cultural que le espere a este teatro sea buena y de su tiempo. Cabe preguntarse si volverá la cultura a la ciudad de los adelantados.

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